Del libro «Lope de Aguirre y los paraísos soñados»
Otra enseñanza apalabró el bohique. Tenía sus ojos negros y cenizo, el rostro. Tristeza de padre vetusto como el barro. Lágrimas en las cuencas de sus párpados y siglos; dolor en sus entrañas como los caños secos.
A Nuestro Padre, él dijo, quiéranlo y bendíganlo, porque Yayael se ha rebelado desde el hueso. A nadie quiere. Estéril como higuera ha sido. Su cacicazgo, su mujer, collejas afligidas quiere, a él insatisfacen y envanecen. En los días del hambre, la amenaza, por tristeza y sed de la congoja, es como el maya sin los huesos recobrados, el sediento con sed y sed y sedes y la sed del cobarde sin raíces y la tierra más seca que la boca y lo amargo.
El cerdo de las edades come las margaritas y no lo entiende, se sacia meramente. El aroma de las juncias y del sándalo su podredumbre esconde, vacía sobre retamas sus contradicciones y la bardoma se estremece sin dulzura en la arcilla.
Digan al Padre, quien su esqueleto hereda, Maboya-ua, que no sea la mala vibra; Juracán-ua, ni la tormenta dañosa. No haya una sonrisa seca ni rostro torvo ni fealdad ni alegría en la censura para tez alguna.
Guakia Baba, Padre Nuestro, seas bendito en el hijo del boricua, constructor de naciones; seas como el siervo que derrama el ser para el que da el pez y el agua y su corriente en el tiempo.
1-25-1980 / Lope de Aguirre y los paraísos soñados
http://es.geocities.com/baudelaire1998/lopedeaguirre1.html
|