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El secreto de la Fortuna
A Tykhé / Τύχη / Fortuna
Daughter of Zeus Eleutherios (Liberator), Tykhe (Fortune), our saviour goddess: Alcman, Fragment 64, Lyric II C7th B.C.
Serás afortunado. Beberás de la memoria de mi Gran Vasija, del Cuerno de Abundancia. Estaré en la Tierra, sin que tú me veas; yo seré tu porción, el clamor de tu espíritu.
Te exilaré a donde pueda el timón llevarte. Yo pongo la mar y el barco, tú navegas. Y llegarás al puerto, flotarás como un loto. Y verás, tú harás hallazgo, capitán, y a las evidencias contiguas a mi Ser, las llamarás Tu Mundo, teleología, la potencia propositiva del azar, lo posible, el kairós, lo oportuno.
Tú sabrás que todo es mío, cosa es que otros no saben; tú sí sabrás decirlo. A tí fue a quien hice, poeta. A tí pediré más cuenta que a ninguno.
De modo que acepta mi vasija (hoy te parece pequeña, como un haikú de intensas sílabas); pero, a donde te mando crecerán tus palabras y la dimensión de tu espíritu será más abundante que el Cuerno de Amaltea.
2. Nunca estarás solo
Tengo este secreto: voy a musitarlo casi quedamente a tu alma. Estoy disperso en cada beso femenino, en lo viviente. Cada mujer es una luna, cada emoción suya es esplendor que en mí ha mordido con ternura. Mi pasión, por ellas, es vida.
El que me quiere ver... hasta en su carne doy yo la bienvenida; me les cuelgo en el alma y me los llevo a mi olimpo, mi Fuente.
Nunca estarás solo, hijo mío, aunque seas mortal y miserable y te sujete el Karma, con su guadaña oscura y los ciclos de Saturno y la tristeza que muerde y la injusticia que faja con su macharrería.
Dejo a tí mi ley que bendice. Respétame en la Némesis que distribuye justamente mis ofertas; no hagas que Ella se indigne. Distribúyeme para el amor de TODOS.
Solo no te dejo, solo no dejo a nadie. Si crees en mí, llámame el Justo y el Fiel. Yo soy el padre, Kéter-zeus-júpiter, pero, en fin, más que nominalismo. Te doy las novias de mi pasado, las hijas de mi presente, las herederas de tus bendiciones.
3. Busca a tus hermanos
Yo, Eleutherio el Liberador, te daré fortuna. Hijo de la promesa, entonces, elabora pues la palabra persuasiva.
Defiende la Eunomía cuando vayas a tierra porque hay demonios duros y siniestros, hombres bestiales, a donde vas llegando.
Tú sé heroico en cuanto puedas. No te pido que cortes cabezas, que seas la guillotina, cámara ardente, horca, cadalso, silla eléctrica. No inventes otros aparatos represivos ni el policía, el soldado, el vengador milico. No urdas violencia contra el prójimo. No seas falange ni tortura ni guerrilla.
Solamente, sé eunómico porque existe el Orden. Y todo tiene una hora en que retoña y secuencia. Todo va, al fin de cuentas, a mi teleología.
Lo que crece es al final la cosecha. En el encuentro con lo real, sé insistencia del significante, no agitación adicionada al caos ni a ciegos automatismos. No seas la bestia. Tú no suplantes al sujeto ni rompas su vasija.
Cuando llegues al campo o a la aldea de los que nunca encuentran ni siquiera las sombras de sí mismos, cuando veas los compulsivos con su impureza y sus alardes, busca a la niña dulce, tu hermana. Ella compensa.
Abrete paso entre orquídeas y jacintos. Identifícala. Vive en jardines. Llámala Tyche Soteira, Salvadora, o Agathe Tyche, Buena Fortuna. Es el primer regalo que te haré por llegar a la tierra y flotar en mis lotos.
4. Abre tus manos a sus bendiciones
Quienes estén movidos por un espíritu de bien son tus hermanos; a tal familia llámala parentela aunque no hayan nacido del vientre de la luna.
Los ciegos son sordos. No ven que tu vasija habla, que es la vasija a la que llamo tu espíritu. No le des de beber a quien no oye; no acerques el sabor de tu alegría a la boca del asno. Selladas fueron sus jetas con yugo, cortados sus oídos con silencio, cegados sus ojos con ingratitud.
Tiké, la salvadora, hermosa entre tus hermanas, les negará providencia; no han de comer nuestros frutos. No sabrán de la abundancia ni de las bendiciones.
Para que aprendas del proceso, y no te compadezcas ante quien no merece, házla que ande contigo y no la llames Caprichosa. Ella es Agathos Daimon, el espíritu del bien.
Del libro: Estéticas mostrencas y vitales
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Publicado por elzorro2 el 16 de Abril, 2008, 10:23
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